Desde la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Kennedy donde aún permanece, Javier Vanegas, un cotero de Corabastos al que todos llaman ‘Zarco’, narró los detalles del viaje que estuvo plagado de sombras, hogueras demoniacas y volcanes de azufre.
Pero sin importar la pesadilla del viaje donde coqueteó con Lucifer y Dios en un extraño juego del azar, Javier sólo quiere recordar los destellos de una luz muy blanca que lo conducían a los brazos de su amada Isolina Cortés y el eco de la sonrisa de sus tres adorados hijos.
“Ese viaje me llevó por muchos lugares. Logré ver a muchos de mis familiares muertos. En el infierno que crucé había pecadores que rezaban inútilmente para limpiar sus culpas. En ese lugar de volcanes olía mucho a azufre”.
“Dios me trajo de vuelta para llevar un mensaje a la humanidad. La verdad es que sin fe no hay vida y lo más importante es la familia.
Con esta experiencia limpiaré mis culpas y tendré una nueva oportunidad para pedirles perdón por mis faltas. Regresé por mis hijos y por mi esposa. Siento que volví a nacer”.
Así lo aseguró el ‘Zarco’ con voz ronca y entrecortada, luego suspiró y se dejó caer en la camilla que espera dejar muy pronto para regresar a casa y disfrutar como un bebé recién nacido, del amor de una familia que tal vez tenía en el olvido y quiere recuperar.
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A Javier Vanegas una mujer celosa lo abordó hace unos días en la calle del ‘cartuchito’, en Kennedy, y tras insultarlo a él y su esposa Isolina, le clavó un puñal en el corazón que lo dejó herido de gravedad.
Horas después tuvo un paro cardiorrespiratorio que lo llevó a una tumba en la que ‘durmió’ por 45 minutos. La reanimación de los valientes médicos que nunca perdieron la fe por salvarlo, duró algo 20 minutos.
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“Ese mundo estaba lleno de pecadores, pero siempre veía a mis hijos y a una multitud de personas que rezaba con desespero. Ese lugar estaba lleno de hogueras y pude comprender que la gente paga allí las cosas malas que vivió en la Tierra. Cuando estuve en el cielo, vi a la pastora de mi iglesia que falleció. Ahora sólo quiero recuperar el amor y el respeto de mi familia”, dijo el ‘Zarco’ y su voz se detuvo, porque en ese momento ingresaron dos de las personas más importantes en su vida que lo alejaron de ese lugar sombrío. Su esposa Isolina y su mamá, Aracely Montoya. Ahí se abrazaron y en medio de la alegría se pudo percibir el optimismo que los embarga por dentro.
Fuente: Vanguardia